El acto de viajar en automóvil es una comodidad moderna, pero para millones de personas, el placer de un viaje por carretera se ve interrumpido por la incómoda y a menudo debilitante sensación del mareo por movimiento, o cinetosis. Este fenómeno es particularmente agudo cuando se atraviesan carreteras sinuosas, llenas de curvas y cambios de elevación. Lejos de ser un simple «estómago sensible», la cinetosis es el resultado de un conflicto sensorial fundamental que ocurre en el cerebro, un error de comunicación entre los sistemas de equilibrio y visión que, en última instancia, desencadena una respuesta de defensa evolutiva.
La Teoría del Conflicto Sensorial: El Corazón del Mareo
La explicación predominante de la cinetosis se basa en la Teoría del Conflicto Sensorial o Discrepancia Sensorial. Para mantener el equilibrio y la orientación en el espacio, el sistema nervioso central (SNC) constantemente coteja la información proveniente de tres fuentes principales:
- El Sistema Vestibular (Oído Interno): Detecta el movimiento, la aceleración, la gravedad y la posición de la cabeza.
- El Sistema Visual (Ojos): Registra el entorno y el movimiento aparente.
- Los Propioceptores (Músculos y Articulaciones): Informan sobre la posición del cuerpo y sus extremidades.
En condiciones normales, la información que recibe el SNC de estas tres fuentes es coherente. Si uno decide girar la cabeza, los ojos ven el mundo moverse, y los órganos vestibulares detectan la rotación; la información coincide, y no hay mareo.
Sin embargo, el viaje en un vehículo por una carretera con curvas introduce una inconsistencia crítica. La persona afectada, a menudo sentada como pasajero y concentrada en un libro, un teléfono o el interior fijo del vehículo, experimenta una desconexión total:
- Lo que siente el oído interno (Sistema Vestibular): Siente claramente el movimiento. Los canales semicirculares (que detectan la rotación) y los otolitos (que detectan la aceleración lineal y la gravedad) registran constantemente la inclinación del automóvil, el frenado y, crucialmente, los cambios bruscos de dirección lateral (fuerzas de guiñada y balanceo). El cuerpo sabe que está en movimiento.
- Lo que ven los ojos (Sistema Visual): Si la mirada está fija en un objeto estático dentro del vehículo (como el asiento delantero o un dispositivo móvil), el sistema visual informa al cerebro que el entorno inmediato está quieto.
El cerebro recibe dos mensajes contradictorios: «El cuerpo está en movimiento constante y caótico» (vestibular) y «El entorno está perfectamente inmóvil» (visual). Esta disonancia es la causa directa del mareo.

El Impacto Exacerbado de las Carreteras Curvas
Una carretera recta y plana, recorrida a velocidad constante, generalmente provoca menos mareo porque, aunque el conflicto visual-vestibular existe, la aceleración y los cambios de dirección son mínimos. Las carreteras con muchas curvas, sin embargo, maximizan la discrepancia sensorial por varias razones físicas:
- Aceleración Angular Continua (Fuerza de Guiñada): Cada curva representa un cambio en la dirección de la aceleración. El oído interno es extremadamente sensible a estos cambios. Mientras que en una recta la aceleración es principalmente hacia adelante, en una curva, el automóvil ejerce una fuerza lateral (fuerza centrípeta). Esta fuerza obliga a los fluidos de los canales semicirculares a moverse de manera intensa y repetitiva, enviando una señal potente de «rotación y cambio» al cerebro.
- Aceleración Vertical (Ascensos y Descensos): Muchas carreteras de montaña o con curvas también implican cambios de elevación. Los sacos y utrículos del oído interno, que detectan la gravedad y la aceleración vertical, se activan constantemente con las subidas y bajadas. Esto añade otra capa de información caótica al sistema vestibular.
- Movimiento Predictivo nulo: Un conductor es menos propenso a marearse que un pasajero porque el conductor tiene control y genera activamente los movimientos del vehículo. El cerebro del conductor predice las fuerzas que sentirá antes de girar el volante. Un pasajero, en cambio, solo reacciona pasivamente a fuerzas impredecibles y continuas, lo que incrementa el desajuste entre la predicción neural y la realidad percibida.
La suma de estos movimientos complejos y constantes hace que el cerebro del pasajero no pueda estabilizar un «patrón de movimiento esperado,» magnificando el conflicto sensorial.
La Hipótesis del Veneno: Una Respuesta Evolutiva
La pregunta clave que queda por responder es: ¿por qué un simple conflicto sensorial produce síntomas tan severos como náuseas y vómitos? La respuesta más aceptada se encuentra en la neurofisiología evolutiva.
El cerebro humano, a lo largo de millones de años de evolución, aprendió que la única razón natural por la que los ojos podrían reportar quietud mientras el cuerpo siente movimientos erráticos y desorientadores es la ingestión de una neurotoxina o veneno que afecta el sistema nervioso. En la naturaleza, las toxinas pueden causar alucinaciones visuales o parálisis parcial, resultando en este tipo de conflicto sensorial.
Por lo tanto, el cerebro activa un mecanismo de defensa primitivo: si la información sensorial es inconsistente, se asume que la incoherencia es causada por veneno, y la solución más rápida es eliminar el supuesto tóxico del estómago. El centro del vómito en el tronco encefálico se activa, lo que resulta en la secuencia típica de síntomas: palidez, sudor frío (una respuesta del sistema nervioso autónomo), salivación excesiva y, finalmente, náuseas y vómitos. El mareo por movimiento es, esencialmente, un «falso positivo» de intoxicación.
Estrategias de Mitigación Basadas en la Coherencia
Entender la cinetosis como un conflicto sensorial permite implementar estrategias efectivas para aliviarla, todas ellas orientadas a restaurar la coherencia entre el sistema visual y el vestibular.
La estrategia más eficaz es eliminar la discrepancia visual mirando por la ventana y enfocándose en el horizonte o en puntos distantes. Al hacerlo, el sistema visual comienza a registrar el movimiento del vehículo, y la información visual se alinea nuevamente con la información vestibular. El mensaje al cerebro cambia de «estoy quieto, pero me muevo» a «me muevo en una dirección predecible.»
Otras tácticas que funcionan según este principio incluyen:
- Conducir: Al tener el control del vehículo, se anticipa y predice el movimiento.
- Sentarse Adelante: Maximiza el campo de visión, permitiendo que la vista capte el movimiento de la carretera.
- Dormir: Elimina el aporte visual por completo, resolviendo el conflicto de manera radical.
- Ventilación y Posición: Abrir la ventana o asegurar aire fresco ayuda a mitigar la respuesta del sistema nervioso autónomo (sudoración y malestar).
El mareo que experimentamos en las carreteras con curvas no es una debilidad, sino una sofisticada respuesta de supervivencia. Estas carreteras representan el «escenario perfecto» para la cinetosis, ya que imponen un torrente incesante de aceleraciones angulares y lineales que confunden al oído interno, mientras que nuestros ojos, fijos en el interior, niegan la evidencia del movimiento. Esta disonancia sensorial obliga al cerebro a recurrir a su mecanismo de defensa más básico: la expulsión del «veneno», resultando en la experiencia desagradable que conocemos como mareo por movimiento. La clave para la prevención reside en reconciliar a nuestros sentidos, forzándolos a contar la misma historia de movimiento.
Fuente: e-Salud.net

